Conociendo al Verbo de Dios

Id y haced discípulos – El Blog de Celia Casalengua

El asombro de los Magos de Oriente

Posted by Celia en 5 enero, 2021

Cuando mis sobrinas eran pequeñas pasaba con ellas el día de Reyes. La noche anterior íbamos a ver la cabalgata y después de cenar preparábamos todo para la venida de los Reyes magos: poníamos los zapatos alrededor del árbol y una bandeja con turrón y polvorones para los reyes, y agua para los camellos. Querían dormirse pronto con el fin de que llegaran antes los reyes magos a su casa. A la mañana siguiente madrugaban e iban corriendo a ver que regalos les habían dejado. ¡Cuánta ilusión! ¡Qué alegría! ¡Qué capacidad de asombro!

Me encantaba verlas como iban de un regalo a otro y como disfrutaban viendo todo lo que les habían traído, y querían jugar con todo a la vez.
Esto es así porque los niños tienen la capacidad innata de asombrarse.

“A los ojos de un niño, no hay siete maravillas en el mundo. Hay siete millones” – Walt Streightiff

Según vamos creciendo parece que perdemos nuestra habilidad de maravillarnos. Supongo que es debido a que vivimos en la era de la abundancia y nuestras almas están aturdidas de comodidad y saturadas de cosas. Para nosotros, y con mayor razón para las generaciones que nos siguen parece existir cada vez menos cosas de que asombrarse, pues todo nos resulta evidente y lo que recibimos, lo recibimos como un derecho y no como un regalo del que no somos merecedores. Somos insaciables y nada es suficiente y nada nos satisface.

Entonces, ¿Cómo podemos renovar nuestra habilidad de sentir asombro?

El asombro es la capacidad de percibir lo bello, lo excepcional, y lo impresionante en todo lo que nos rodea y esto contribuye a nuestra felicidad.

Y eso es precisamente lo que le ocurrió a los Magos de Oriente, que al ver la estrella fueron a Jerusalén en busca del rey de los judíos. Dice la escritura que le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.

¿Por qué le ofrecieron esos regalos?
El oro significaba la realeza de un rey, el incienso significaba la ofrenda de agradecimiento y alabanza a Dios para un sacerdote, la mirra era una sustancia aromática que se utilizaba para embalsamar un muerto. Eran presentes para alguien que ha nacido con una misión particular.

Este Rey requiere nuestra sumisión y obediencia, y podemos acercarnos a Él como nuestro Sumo Sacerdote que sabe compadecerse de nuestras debilidades y, sobre todo, debemos entregarle nuestro corazón en arrepentimiento y fe porque Él es nuestro Salvador que murió por nuestros pecados.

Por eso Jesucristo es el gran regalo de Dios al mundo. Es el don inefable, porque no se puede expresar, ni describir en palabras. Desde su nacimiento hasta su ascensión es maravillosamente glorioso.
Medita en esto ¡Dios hecho hombre viviendo entre nosotros! Por el cual Pablo exclamo: ¡Gracias a Dios por su don inefable! (2ª Corintios 9:15)

Dios nos dio a su Hijo para redimirnos de nuestros pecados y con Él, nos ha bendecido con toda bendición espiritual (Efesios 1:3). Esta noticia debe llenar nuestro corazón de gratitud, alabanza y adoración a Dios. ¿No te parece que es un regalo realmente maravilloso y asombroso?

Pero, ¿Cómo llegar al asombro por Dios?

Solo por medio de conocerle a través de su Palabra. ¿No es asombroso que Dios siga transformando vidas a través de la Biblia? Esta es una buena razón para atesorarla en nuestros corazones.

Debemos orar como oraba el apóstol Pablo por los creyentes de Colosas para que Él nos llene del conocimiento de su voluntad (Colosenses 1:9). Y debemos pedirle que su Espíritu abra los ojos de nuestro entendimiento, porque es el Espíritu quien nos revela a Dios (1ª Corintios. 2:10).

Cuando permanecemos en la Palabra una y otra vez somos llevados al Evangelio y este nos recuerda nuestra condición, de donde hemos sido rescatados y el infinito precio que fue pagado por nosotros; lo cual a su vez nos lleva a considerar la abundante misericordia de Dios, su inmenso e inagotable amor, y sentir en lo más profundo de nuestro ser como decía el apóstol Pablo “que el amor de Cristo nos constriñe”

Al considerar esto vamos a desear vivir para agradarle a Él y para su Gloria. como el predicador Steve Lawson afirma “No vivir para la gloria de Dios es sobrellevar una existencia vacía ya que Dios debe ser el epicentro de nuestras vidas. Existimos para Su gloria y Dios nos creó para este elevado propósito. Este debe ser nuestro principal fin, de lo contrario hemos desperdiciado nuestras vidas”

Y tú ¿estás asombrado con el regalo de Dios y vives a la luz de esta verdad?

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EL ATRACTIVO DE LA MANSEDUMBRE

Posted by Celia en 6 noviembre, 2020

No soy por naturaleza una persona mansa, pero es una de las cualidades que me gustaría cultivar en mi vida, porque he podido comprobar que hay personas que, aunque no han sido dotadas de una gran belleza externa, sin embargo, poseen un atractivo que emana de su interior.

Creo que todos nosotros apreciamos más que la belleza externa y pasajera, esta otra belleza que es duradera y que está relacionada con el carácter.

La Biblia dice que la belleza de la mujer debe ser primeramente “la interna, de corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios” 1 Pedro 3:4.

Hay personas que se resisten a ser mansas porque creen que implica debilidad o falta de personalidad, pero nada más lejos de la realidad, ya que la mansedumbre es fuerza bajo control. Por ello, una persona mansa es aquella que ha aprendido a controlar sus emociones.

La mansedumbre es una actitud de humildad hacia Dios y de gentileza y amabilidad hacia los hombres; que surge de la confianza de que Dios está en control y que acepta todo lo que ocurre en su vida como parte del propósito sabio de Dios.

La persona mansa es aquella que ha aprendido a controlar sus palabras, Dice Proverbios 15:1 “La blanda respuesta quita la ira, más la palabra áspera hace subir el furor” Es cuando alguien nos alza la voz y nosotros somos capaces de responder bajando la nuestra. Eso se llama fuerza bajo control. Lo que suele ocurrir es que cuando alguien alza la voz, nosotros la alzamos más; lo cual manifiesta que no tenemos control de nuestras emociones

Proverbios 25:15, incide en que las palabras suaves rompen la resistencia “la lengua blanda quebranta los huesos”; el escritor nos invita a usar palabras agradables, porque las personas groseras y rudas son desagradables. Así que, saber controlar nuestras palabras es una señal de mansedumbre.

Además, la persona mansa controla sus reacciones, y es capaz de controlar su ira cuando es provocada. Proverbios 26:4 dice “No respondas al necio de acuerdo a su necedad”; así que algunas veces, la mejor manera de responder es no decir nada.
El mejor ejemplo de mansedumbre es el Señor Jesús de quien 1ª Pedro 2:23 dice que “Cuando le maldecían no amenazaba, sino que encomendaba su causa a aquel que juzga justamente
Debemos dejar nuestra causa a Dios, ya que Él es quien juzga con total justicia. Así que cuando estamos acalorados, es mejor cerrar la boca y alejarnos del conflicto para pensar y orar; es más sabio esperar para hablar hasta que podamos controlar nuestro enojo interno, porque como dice Santiago 1:20 “La ira del hombre no obra la justicia de Dios”.

La persona mansa confronta con la verdad; y se necesita coraje y fortaleza para corregir a otros. Pero debemos decir la verdad con amor y de la misma manera debemos recibir la confrontación, como enseña Gálatas 6:1.

La persona mansa cede sus derechos; cuando alguien no la trata como piensa que debería ser tratada, antepone los derechos de esa persona a los suyos y ora por ella, y al hacerlo y tratar con amabilidad al prójimo muchas veces gana también su respeto.

La persona mansa se somete a las circunstancias que Dios trae a su vida. Dios tiene un propósito con todo lo que ocurre; y muchos de esos propósitos no los podremos saber mientras vivimos. Por ello principalmente, la mansedumbre es confiar en Dios y aceptar con gozo su voluntad para nuestras vidas.

A la mayoría de nosotros nos gusta tener el control ya que tenemos miedo cuando no podemos controlar las circunstancias de nuestra vida, por eso invertimos mucho esfuerzo para llevar las riendas y eso trae frustración y angustia.
La manera de experimentar gozo es cuando nos damos cuenta de que Dios está en control, Él nunca es ajeno a lo que está sucediendo en nuestra vida, y no se le escapa ni un solo detalle. Él es Soberano y orquesta todas las cosas según el designio de Su voluntad, para su propia gloria y para nuestro bien.

La persona sabia según Dios, no busca sobresalir o ser aplaudida y hace lo que es correcto delante de Dios en cada situación con humildad y mansedumbre. Santiago 3:13.

Pero no debemos obviar que la mansedumbre es fruto del Espíritu, algo que solo puede suceder en aquellos que se han arrepentido de sus pecados y han puesto su fe en Jesucristo como su Señor y Salvador. En la medida en que esta persona vive su vida a la luz de la Palabra de Dios y tiene sus pensamiento y emociones bajo el control del Espíritu Santo, va a poder mostrar esta actitud de mansedumbre en su vida, siendo conscientes de que esto no va a suceder de la noche a la mañana, sino que es algo que debemos perseguir durante toda nuestra vida.

La Biblia nos insta a vestirnos de mansedumbre cada día y aunque muchas veces esto conllevará sufrimiento y dificultades, al hacerlo estaremos obedeciendo a Dios, estaremos siguiendo el ejemplo de nuestro Salvador y tenemos la promesa de que la paz de Dios gobernará nuestros corazones. Colosenses 3:12-15

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REFLEXIONES EN MEDIO DE LA CRISIS

Posted by Celia en 15 abril, 2020

En estos días la palabra más repetida en todos los medios de comunicación, por los políticos y por todos nosotros es “crisis”. Esto es así debido a que estamos viviendo una situación convulsa a nivel mundial y que nos afecta en todos los ámbitos: lo hace con nuestra salud, economía, relaciones, tiempo libre, yo diría que con todos y cada uno de los aspectos de nuestra existencia. Y todo provocado por un virus desconocido hasta el momento, con efectos devastadores, que está llevando a millones de personas a la muerte y a la ruina.

No sé hasta qué punto te ha afectado esta crisis, ni como lo ha hecho; pero esto pone una realidad ante nuestros ojos que a veces no queremos admitir y que no nos gusta: que las crisis son parte de la vida. En el libro más antiguo de la Biblia están recogidas estas sabias palabras “El hombre nace para la aflicción como las chispas vuelan hacia arriba” Job 5:7. Todos antes o después sufrimos, ya que con crisis o sin crisis nadie está exento de enfermar, de perder a familiares queridos, de perder su trabajo, e incluso todo lo que tenemos y amamos

¿Cuál es tu temor en medio de esta crisis o qué riesgos estás enfrentando? Tal vez estás temiendo por las consecuencias actuales o futuras para tu salud y la de tu familia que esto puede acarrear. O tal vez al pensar en la incertidumbre que se vislumbra a nivel laboral y económico, ya que la verdad es que las perspectivas de momento no son muy halagüeñas y esto puede provocar temor en mayor o menor medida en cada uno de nosotros.

Quien no conoce a Dios pone su esperanza en las medidas de los gobiernos, en el desempeño del personal sanitario, o en los científicos que están desarrollando una vacuna: esfuerzos que hasta ahora han sido insuficientes, y esto puede hacer que muchos puedan entrar en pánico. Pero no así los que conocemos al Dios que gobierna el Universo, Quien es Todopoderoso y Soberano de la Tierra, en quien los cristianos tenemos nuestra esperanza, porque sabemos que nada ocurre por casualidad, que todo es parte del plan soberano de Dios, y que si estamos en esta crisis es porque Dios así lo ha dispuesto.

Así todo, tal vez nos podemos preguntar: ¿cuál es el propósito de todo esto?

Tal vez es que los cristianos pensemos cual es la prioridad en nuestra vida, a que le damos verdaderamente valor y si estamos viviendo a la luz de la eternidad o si solo estamos viviendo para nuestro bienestar. Colosenses 3:2. Debemos evaluar cómo estamos invirtiendo nuestro tiempo, nuestro dinero, y todo lo que Dios generosamente nos da y de lo que nos va pedir cuenta.

La triste realidad es que la mayoría de nosotros vivimos muy cómodos y Dios quiere que salgamos de nuestro letargo espiritual. Por eso, debemos ver en esta crisis la mano providencial de Dios para que: seamos movidos a conocerle por medio de pasar tiempo en Su Palabra; a buscarle en oración y a depender más de Él para nuestra santificación, ya que Dios quiere limpiarnos de nuestros ídolos y de nuestro pecado, para que demos más fruto. Juan 15:2.

Nos lavamos las manos y tenemos cuidado para no tocar algo que pueda contaminarnos y nuestra mayor preocupación es no coger el virus y mantenernos sanos ¿Pero somos tan diligentes para no contaminarnos con el pecado? ¿Evitamos no pecar, y aplicamos la Palabra de Dios a las diferentes situaciones de la vida? ¿O esto nos hace darnos cuenta que somos más cuidadosos con este virus que con el pecado?

Igualmente, en medio de esta crisis Dios nos proporciona una oportunidad de ayudar a aquellos que están sufriendo por la enfermedad, por la pérdida de un ser querido, por la pérdida de trabajo o por las pérdidas económicas. Es una oportunidad de manifestar el amor de Dios, y desarrollar un carácter tierno, compasivo.

Pero no olvidemos que sobre todo Dios quiere guiar a los hombres al arrepentimiento, y a la fe en Jesucristo, y llevar a las naciones a humillarse ante Dios para que él mundo reconozca que solo Él es Soberano sobre todo lo creado.

Por ello en medio de la crisis aprovechemos la oportunidad para predicar el Evangelio a aquellos que nos rodean.

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NINGUNO ESTAMOS LIBRES

Posted by Celia en 11 marzo, 2020

Muchas personas están preocupadas e incluso alarmadas por el coronavirus y su rápida propagación. Y no es para menos porque en poco tiempo se ha extendido por varios continentes. Además, es una enfermedad nueva para la que no hay un tratamiento específico ni vacunas. Por ello, el Director General de la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha asegurado: que el coronavirus tiene el potencial de pandemia. Así que todos debemos seguir las recomendaciones dadas por la OMS para protegernos y no propagar la enfermedad

Pero la realidad es que ninguno de nosotros está libre de contraer el COVID-19 o coronavirus; al igual que ninguno de nosotros está libre de contraer otra enfermedad ya sea cáncer, sida, o de sufrir un infarto.

A lo largo de la historia, los seres humanos que han enfrentado plagas y enfermedades infecciosas similares se han planteado preguntas tales como: ¿Por qué Dios lo permite? ¿Cuál es su propósito?

Hace poco tuve que enseñar a los niños de la escuela dominical la historia de las plagas que Dios envió a Egipto, un pueblo totalmente idolatra; y como ninguno de sus dioses pudo librarlos ni de las plagas, ni del sufrimiento, ni de las pérdidas económicas que trajeron sobre el pueblo. El propósito de las plagas de Egipto fue mostrar el gran poder de Dios tanto a Israel, como a Egipto y al resto de las naciones. Éxodo 9:14
¿Tal vez Él tiene el mismo propósito con esta generación que vive indiferente a este Dios Todopoderoso?

Hasta este momento este virus ha llevado a miles de personas a la muerte, y esto me hace pensar en las palabras de Jesús en Mateo 10:28: “Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; más bien temed a aquel que puede hacer perecer tanto el alma como el cuerpo en el infierno”. ¿Qué puede hacer perecer nuestra alma? Un virus aún peor que esta presente en cada ser humano no por contagio sino por naturaleza: nuestro pecado que nos llevará no solo a la muerte física sino también a la muerte eterna en el infierno, a menos que acudas a Dios en arrepentimiento y fe, confiando en “la sangre preciosa de Cristo” derramada en la cruz, que “nos limpia de todo pecado” y nos da la vida eterna (1 Pedro 1:19; 1 Juan 1:7).

Las Escrituras son claras y dicen que Dios tiene el control de todas las cosas y es soberano sobre ellas. “Todo cuanto el Señor quiere lo hace en los cielos y en la tierra” (Sal. 135:6) es decir que no hay nada que escape a su control.
Además, nuestras vidas están en las manos de Dios como dice Job 14:15 “Los días del hombre ya están contados; tú has decidido ya cuántos meses vivirá; su vida tiene un límite que no puede traspasar” Es decir, que ocurra lo que ocurra, todos vamos a morir el día que Dios tiene determinado, ni antes ni después.

En estas situaciones debemos tener la certeza de que nuestra esperanza está en Cristo quien venció a la muerte y al pecado; y los que hemos creído en Él con una fe salvadora tenemos la promesa de que estaremos en su presencia donde no habrá más dolor, ni más lágrimas, ni más sufrimiento y ni más enfermedades. Y finalmente veremos claramente las obras de Dios y Él será nuestro gozo y deleite por la eternidad.

¡Cuán grande es nuestro Dios!

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LA VERDADERA BELLEZA

Posted by Celia en 17 febrero, 2020

Considerando el tema de la belleza física me encantó el comentario de la actriz y modelo china nominada al Globo de Oro y a dos premios BAFTA, Ziyi Zhang, quien comentó:

“En China no consideramos a alguien verdaderamente hermoso hasta que se le conoce desde hace mucho tiempo. Es entonces cuando sabemos lo que hay debajo de la piel”.

Este sábado tuvimos de nuevo nuestro desayuno de mujeres en la iglesia. Estamos estudiando la 1ª carta de Pedro y en esta ocasión nos tocaba el capítulo 3 de los versículos 1 al 7. Pedro escribió la carta a cristianos que estaban sufriendo a causa de su fe con el fin de darles la perspectiva adecuada, animándolos a vivir en santidad, temor y esperanza, para que los que los estaban persiguiendo pudieran llegar a la salvación.

En el pasaje que estudiamos Pedro dice: “Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos, de modo que, si algunos de ellos son desobedientes a la palabra, puedan ser ganados sin palabra alguna por la conducta de sus mujeres al observar ellos su conducta casta y respetuosa”. O sea que el apóstol Pedro se dirige a las mujeres casadas, probablemente muchas de ellas casadas con hombres no creyentes. Pedro aconsejó a estas esposas creyentes que la mejor forma de ganarse a sus esposos era con su buen testimonio, estando sometidas a su autoridad como esposos, es decir, respetándolos, y manifestando pureza en su manera de actuar.

Sabiendo entonces a quiénes Pedro se dirigía, veamos detenidamente lo que les dice. El mandato de Pedro en el versículo 3 es: “Que el adorno de ustedes no sea el externo: peinados ostentosos, joyas de oro o vestidos lujosos”. Notemos que la problemática con estas mujeres era su excesivo énfasis o cuidado en su apariencia, reflejado en el tratamiento que le estaban dando a su cabello, joyas, y el vestuario que portaban.

Este pasaje tiene un mensaje, como toda la Biblia, que transciende a la época, a la cultura y que lo hace totalmente actual.

El problema de nuestro siglo, tanto de hombres como de las mujeres, es la obsesión con la figura esbelta, los cuerpos en forma, las dietas, las cirugías plásticas, etc. Vivimos en una cultura que da excesivo culto al cuerpo, a la belleza, que persigue por todos los medios la eterna juventud. Esta filosofía de vida se transmite y se difunde por todos los medios y ninguno de nosotros somos inmunes a ella.

Cuando nos miramos en el espejo nos damos cuenta que van apareciendo arruguitas en nuestro rostro, que nuestra piel ya no es tan tersa como antes y el color de nuestros cabellos va cambiando. Nos resistimos y tratamos de disimularlo de la mejor manera posible. En cierto sentido es normal porque Dios es el autor de la estética y la belleza. Solo tenemos que contemplar la creación y ver la multitud de formas y colores como combinan creando paisajes espectacularmente bellos.

Como mujer, me pregunto: ¿Qué es lo que nos hace realmente bellas? ¿Dónde reside la belleza de una mujer? Pedro continúa diciendo: “sino que…” que lo realmente hermoso y atractivo en una mujer es un espíritu tierno y apacible. La verdadera belleza está en el carácter piadoso que la mujer posee; la belleza del corazón crece y florece con los años, no se marchita al igual que la belleza externa.

Eso no significa que no debemos cuidar nuestro aspecto y nuestra imagen personal. Por supuesto que debemos cuidar nuestro pelo, nuestra piel, nuestro cuerpo, nuestro maquillaje y vestirnos de forma atractiva. Como mujeres cristianas estamos llamadas a reflejar la belleza y la gracia de Dios. Pero lo que Dios quiere decirnos a través de Pedro, es que verdadera belleza empieza en el corazón, en un corazón que teme a Dios Proverbios 31:30. Cristo murió y resucitó para que tuviéramos un corazón hermoso. La sangre de Cristo limpia nuestros pecados, nos regenera y nos capacita para ser realmente bellas. Esta belleza que produce el Evangelio, está al alcance de cualquier mujer y que no se marchita con los años, sino que al contrario crece y madura con el paso del tiempo.

Por eso debemos estar dispuestas a ser moldeadas y transformadas por Dios. Esa es la razón por la que debemos pasar tiempo delante de la Palabra de Dios, que es el espejo que refleja el estado de nuestra alma, nos muestra lo cambios que tenemos que hacer y nos capacita para hacerlos. Cuando pasamos tiempo en la presencia de Dios y nos llenamos de su Espíritu, su fruto: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad etc., fluye en nuestras vidas y eso es lo que nos hace realmente hermosas.

La hermosura de una mujer no está en su figura o apariencia sino en la bondad de su corazón y la pureza de sus sentimientos. Una mujer bella es aquella que sabe controlar sus palabras y dar una respuesta serena en momentos conflictivos, es aquella que tiene convicciones y principios arraigados en la Palabra de Dios. Porque la verdadera belleza de la mujer se manifiesta en la grandeza de su alma de donde resplandece su riqueza espiritual, su entereza ante el dolor, su dedicación a servir y su inagotable capacidad de amar porque de su corazón fluye el amor de Dios.

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EL SABIO PIENSA EN LA MUERTE

Posted by Celia en 27 enero, 2020

El jueves pasado fui a un funeral y cada vez que voy a uno viene a mi mente las palabras de Salomón en Eclesiastés 7:2: “Mejor ir a la casa del luto que a la casa del banquete”

La verdad es que todos preferimos ir de fiesta que de entierro. ¿Entonces por qué dice esto Salomón? El mismo versículo nos explica el por qué: “Porque aquello es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón
Ese es el final de todos y cada uno de nosotros: Nadie se escapará de la muerte, por mucho que intentemos alargar la vida ya sea comiendo sano, haciendo deporte, o incluso con cirugía plástica.

Salomón repite esta verdad en Eclesiastés 9:3. Él dice: “… hay una misma suerte para todos…. después se van a los muertos.”

La realidad es que cuando vamos a un funeral, este nos hace pensar en la brevedad de la vida y en nuestro destino eterno; pero cuando vamos a un banquete o una gran fiesta, todo es juerga, diversión y solo pensamos pasarlo bien, todo es efímero y no pensamos nada más.

“Mejor es la tristeza que la risa” dice Eclesiastés 7:3. Ir a una casa de duelo produce tristeza y dolor en nuestro corazón, y el sabio Salomón dice que, este dolor es mejor que la risa que uno puede experimentar en una fiesta.
¿Cómo puede decir esto?
Cuando tenemos delante a un muerto, nos planteamos lo que es realmente importante en la vida.
La muerte es el resultado del pecado; y nadie escapa del pecado porque todos nacemos pecadores y tampoco podemos mejorarnos a nosotros mismos.
El pecado nos separa de Dios y pensar que no solo moriremos físicamente, sino que tendremos que enfrentar el juicio eterno trae dolor a nuestro corazón que nos debe llevar al arrepentimiento y a la fe.
El dolor que se experimenta en un funeral es lo que hace que los hombres y las mujeres piensen más en lo espiritual de lo que nunca podrían haberlo hecho antes.

Mientras estaba en el funeral pensé en el destino eterno de todas aquellas personas que estaba acompañando al muerto y me entristeció mucho.

El hombre realmente sabio considera la muerte y vive a la luz de la eternidad Eclesiastés 7:4. El sabio sabe que la vida en esta tierra es temporal y que hay una vida eterna esperándonos después de la muerte. El necio solo piensa en el aquí y el ahora, su vida consiste en una interminable búsqueda del placer, sea lo que sea y no quiere pensar en la muerte.

El hombre sabio piensa en su vida y se pregunta lo que ha hecho con los días que Dios le ha dado. Él sabe que todo el mundo tiene que dar cuenta a Dios por todo lo que se le ha dado. El necio se niega a reconocer a Dios y no cree que va a ser responsable de sus acciones; en su corazón él es su propio dios, y piensa que puede hacer lo que quiere sin sufrir las consecuencias.

El sabio sabe que está establecido para los hombres mueran una sola vez y después deben enfrentar el juicio (Hebreos 9:27). Y no tiene miedo a la muerte porque se ha arrepentido de sus pecados y ha confiado en la muerte de Cristo para su perdón y sabe que pasará la eternidad en la presencia de Dios. Pero el necio teme a la muerte (Hebreos 2:15) por eso no quiere pensar en ella, solo en la diversión y el placer.

Cuando vas a un funeral es porque tienes algún tipo de relación o con la persona muerta o con algún familiar. La muerte está presente y aunque la persona muerta ya nada puede hacer en cuanto a su destino eterno; para los presentes hay esperanza todavía. Salomón dice en Eclesiastés 9: 4 que para los vivos «… hay esperanza; ciertamente un perro vivo es mejor que un león muerto.”
Todavía hay tiempo para reflexionar sobre la naturaleza del ser humano, acerca de su condición, y venir a Dios en arrepentimiento y fe.
Y para los creyentes es momento de reflexionar como estamos viviendo nuestra vida, considerando si tenemos que hacer cambios o no: valorando si estamos viviendo a la luz de la eternidad o por el contrario nos dejamos arrastrar por la sociedad en la que vivimos.

Recuerda las palabras de Salomón en Eclesiastés 12:1: “Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento” y pídele a Dios que te enseñe a contar de tal modo tus días, que traigas a tu corazón sabiduría, salmo 92:12.

 

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NUEVO AÑO NUEVOS PROPÓSITOS

Posted by Celia en 2 enero, 2020

Cuando llegamos al final del año casi todos nosotros hacemos balance de lo que ha ocurrido, de los logros alcanzados y también de las pérdidas, al igual que lo hacen muchas empresas.

Ahora tenemos un nuevo año por delante y es el momento de empezar a pensar en los nuevos propósitos. Proponernos nuevos objetivos, retos e ilusiones nos hace entrar con más ganas en este nuevo año. Pero todo esto puede quedarse en buenas intenciones que se deslizan con el paso de los meses.
¿Cómo evitar la frustración? ¿Merece la pena plantearse objetivos? Son preguntas que me he hecho muchas veces, pero al mismo tiempo creo que todos necesitamos retos y motivaciones para nuestras acciones, para vivir con propósito y no ir a la deriva, para no ser semejantes a la ola del mar que es arrastrada de un lado a otro.

Estos días he escuchado una predicación de Steven Lawson acerca de las resoluciones de Jonathan Edwards, un hombre que vivió en el siglo XVIII, y esto me ha hecho reflexionar sobre lo importante que es hacer propósitos con la vista puesta en la eternidad. Jonathan Edwards escribió sus resoluciones con tan solo 18 años de edad y como vivió guiado por ello, eso explica porque llegó a ser un escritor profundo, un gran teólogo, filósofo, pastor y predicador…y esto no sucedió por accidente, sino porque trazó el rumbo de su vida a esta temprana edad después de creer en Jesucristo.

¿Cómo plantearse buenas metas con el fin de cumplirlas y no quedarse simplemente en buenas intenciones?

En primer lugar, creo que debemos definir nuestra filosofía de vida, esto es los principios, valores e ideas que rigen nuestro estilo de vida.

Para definir nuestra filosofía de vida es necesario tener «un gran objetivo vital»; cuando clarificamos ese gran objetivo podemos alinear el resto de nuestros planes con él.

Para Jonathan Edwards era la gloria de Dios; porque él entendió que ese es el fin principal para el cual ha sido creado el ser humano como expresa el libro de Isaías 43:7.

Pero si queremos vivir para la gloria de Dios, debemos empezar por conocer a Dios.

Vivimos en una sociedad en que la meta para muchas personas es ganar dinero para hacerse ricos, pero sinceramente no le veo el sentido a dedicar la vida a algo así sabiendo que al morir lo vamos a perder todo.

Otro «gran objetivo» que muchas personas persiguen es la “felicidad” por medio de experimentar satisfacción, triunfo, compañerismo, realización personal o paz interior. Pero esas son cosas que no podemos conseguir, aunque nos las propongamos, porque dependen de muchos factores que están fuera de nuestro control.

Muchos de los que han perseguido el dinero o el éxito en sus vidas, pueden dar testimonio de que después de lograr lo que deseaban, han sentido que eso no significa nada. ¿Por qué? Eclesiastés 3:11 nos da la respuesta: “Dios ha puesto eternidad en nuestros corazones””

Por eso debemos vivir con una perspectiva eterna y para ello, al igual que hizo Jonathan Edwards, debemos tener en cuenta la brevedad de la vida, la certeza de la muerte y el vínculo con la eternidad. No debemos entretenernos con las cosas mundanas y triviales de la vida como si esto fuera todo lo que hay, sino que debemos usar sabiamente el tiempo que Dios nos da, para glorificarle a Él.

No tenemos tiempo que perder, ya que las riquezas se pueden perder y después recuperarlas; el éxito se puede perder y después recuperarlo, pero el tiempo no, el tiempo que se pierde nunca puede ser reemplazado.

Dios desde antes de la fundación del mundo ha determinado el día de nuestro nacimiento y el momento de nuestra muerte, como el libro de Job afirma (Job 14:5). No tenemos tiempo que perder con cualquier otra intención u objetivo que no sea la gloria de Dios y dentro de ese tiempo hay oportunidades designadas para hacer aquello para lo cual Dios nos creó y debo aprovecharlas. Efesios 5:16 dice: Aprovechando bien el tiempo. La palabra que se traduce aquí como tiempo, se refiere al Kairos, el tiempo u oportunidades divinas para hacer algo para Dios. Pensar esto debe afectar al uso que hacemos de nuestro tiempo: a cuantas horas vemos la tele, navegamos por Internet, dormimos, leemos la Biblia, compartimos la buena nueva del Evangelio… Solo tenemos un poco de tiempo y debemos ser estratégicos y minuciosos en cuanto a cómo mejorar nuestro uso del tiempo.

Pero, para vivir de acuerdo al gran objetivo de mi vida debo proponerme objetivos concretos, es decir; si yo quiero glorificar a Dios en mi vida, mi objetivo es que debo leer cada día la Biblia y estudiarla al menos dos días a la semana, con el fin de conocer de una forma más profunda a Dios y ser transformada por Su Palabra.
Asimismo, me propongo que cuando tenga que tomar una decisión sea del tipo que sea preguntarme: ¿Esto glorifica a Dios?
E igualmente me propongo aprovechar y buscar oportunidades para compartir mi fe cada semana en las circunstancias cotidianas de mi día a día.

Pero, supongo que a todos nos ha pasado que hemos hecho una lista de proposiciones más o menos larga y con el paso de los meses o cuando nos encontramos con dificultades nos desanimamos y desistimos. Entonces la insatisfacción llama a nuestra puerta porque vemos la distancia entre cómo vivimos y cómo creemos que deberíamos vivir.
Por eso tenemos que recordar que separados de Cristo nada podemos hacer como Él nos dice en Juan 15:5, y que por tanto dependemos de la gracia de Dios para llevar a cabo nuestros propósitos. Así que, os animo a poner en las manos de Dios nuestros propósitos para que Él nos capacite y nos de Su gracia para llevarlos a cabo.

Y es mi deseo para todos nosotros qué uno de los propósitos de este año sea conocer de una manera más profunda al Verbo de Dios.

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COMO CONOCÍ AL SALVADOR DEL MUNDO

Posted by Celia en 18 diciembre, 2019

 

«Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros». Juan 1:14

Este es el significado de la Navidad: Que Dios vino a este mundo, al nacer de una virgen en la persona de Jesucristo. Él Hijo Eterno se hizo semejante a nosotros para salvarnos de nuestros pecados.
En Navidad, por lo tanto, celebramos el nacimiento del Salvador del mundo.

Hoy me gustaría contaros como me salvó a mí, como tuvo lugar mi nuevo nacimiento; porque como dijo Jesús en Juan 3:7 “Nos es necesario nacer de nuevo” para alcanzar la salvación de nuestra alma.

Soy de un pueblecito de la provincia de Guadalajara, del que salí a los 13 años para ir a estudiar a Zaragoza. Era la primera vez que salía de casa y no me resultó fácil adaptarme a la vida de un internado.

Ya que era consciente de que el motivo por el cual estaba allí eran mis estudios, me centré en ellos y pasaba horas y horas estudiando en la biblioteca. Pero, un buen día me puse a pensar: ¿Qué sentido tiene la vida? ¿Y mis estudios?

Estas son preguntas que la mayoría de la gente se ha hecho alguna vez en su vida, ya que llega un momento en el que, empezamos a cuestionarnos qué es lo que hacemos y, sobre todo, para qué lo hacemos.

A partir de entonces, empecé a buscar EL SENTIDO DE MI VIDA.

Aunque aparentemente tenía “todo lo que una persona puede desear”, aun así, sentía un vacío, como si me faltara algo, como si hubiera algo más. Pensé que iba a llenarlo saliendo de fiesta con mis amigos: discotecas, pubs, etc.., pero parecía que sin alcohol no había diversión. Eso me entristeció mucho porque me daba cuenta que siendo tan jóvenes teníamos que beber para socializar y divertirnos; y que, lo que la mayoría de los chicos buscaban no era principalmente una amistad, sino que lo que en realidad querían era una relación sexual.
Me di cuenta que vivía en una sociedad hedonista, egoísta, materialista…y eso creó en mi un vacío aún mayor.

Aun así, yo buscaba alcanzar mi sueño, ser un ingeniero prestigioso, y también conocer a un hombre muy especial con el que formar una familia. Me encantaba viajar a otros lugares, conocer otras culturas, pero cuando volvía de un viaje me preguntaba ¿y ahora qué?
También me gustaba hacer deporte, aunque no se me daba muy bien. La música no era lo mío porque en lugar de oído tenía orejas.
Además, en esa época tenía algunos complejos que me hacían sentir inferior e insegura. Y no acababa de estar satisfecha con nada, por lo tanto, llegué a la conclusión de que: LA VIDA NO TENÍA NINGÚN SENTIDO.

Un día viniendo de una discoteca, nos dijeron que en el salón de actos del internado actuaba un grupo de música, así que mis amigas y yo nos acercamos a verlo.
Resultó que eran cristianos, y sus canciones y sus testimonios eran acerca de cómo Dios había cambiado sus vidas.
Eso me llamó poderosamente la atención pues, aunque yo procuraba ir a misa los domingos, nunca había oído hablar de Dios de esa manera; al finalizar preguntaron si alguna de nosotras habíamos leído la Biblia, esa pregunta me hizo sentir profundamente avergonzada por no haber leído la Biblia a pesar de considerarme cristiana.

Les dejé mi dirección y empezaron a visitarme. En esos encuentros me explicaron el mensaje del Evangelio.

Comprendí que la raíz de toda maldad es el pecado, y que yo era pecadora por naturaleza, a pesar de no haber robado, ni matado a nadie, ya que el pecado es el resultado de vivir nuestra vida ignorando a Dios y su Palabra y cada pecado es una afrenta contra Él.
Y esta es la realidad todos pecamos todos los días, muchas veces y de muchas maneras ya sea involuntaria o voluntariamente y por mucho que intentemos ser moralmente justos nunca conseguiremos ser perfectos como Dios requiere de nosotros.
Por eso, Dios se hizo hombre en la persona de Jesucristo y tras vivir una vida de obediencia perfecta, murió en la cruz para pagar lo que yo merecía por mis pecados, la muerte y la condenación eterna en el infierno. Como la Biblia dice “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él” 2ª Corintios 5:21

Necesitaba nacer de nuevo, pero me preguntaba ¿cómo hacerlo?: El Espíritu Santo me convenció de pecado, porque hasta ese momento yo me creía buena persona y que por lo tanto estaba en paz con Dios.
Él me hizo ver mi maldad y me guió al arrepentimiento, le pedí perdón a Dios y confié que la sangre de Cristo era suficiente para limpiarme y perdonarme. Lo único que tuve que hacer fue recibir la salvación por fe como un regalo inmerecido de Dios. Entonces encontré no solo el sentido de la vida, sino que además recibí la vida eterna, como Jesús dijo “Pero yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” Juan 10:10.

Al saber que mis pecados habían sido perdonados, mi vacío desapareció y fue reemplazado por una profunda gratitud hacia el Señor Jesús quien dio su vida por mi
Ahora tengo la mejor razón por la cual vivir “Porque para mí, el vivir es Cristo” Filipenses 1:21

Desde entonces han pasado muchas cosas en mí vida, y a veces, en los momentos de crisis me vuelvo a preguntar ¿merece la pena seguir? En esos momentos recuerdo que el sentido de la vida está EN CRISTO, y fuera de Él todo carece de sentido.
Se que en la vida voy a tener aflicción, y no faltará el sufrimiento, pero he entendido que el propósito por el cual estoy en este mundo es para glorificar a Dios, y anunciar las virtudes del Señor Jesús que me llamó de las tinieblas a su luz admirable 1ª Pedro 2:9.

¡¡¡Qué está Navidad Cristo traiga salvación a tu vida!!!

 

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¿Merece la pena sacrificarse por amor?

Posted by Celia en 23 octubre, 2019

 

Aunque muchos en la teoría responderíamos ¡sí! a esta pregunta, la realidad es que: descubrir y experimentar que sacrificarnos implica sufrir y morir a uno mismo y renunciar a algo por beneficiar a alguien o por obtener algo, va a hacer que nos planteemos si realmente merece la pena sacrificarse.

Pero al mismo tiempo todos entendemos, que es necesario sacrificarse para alcanzar algunas metas en la vida y que después de haberlas alcanzado, este sacrificio produce una profunda satisfacción en nosotros.

Por lo tanto, el sacrificio tiene también una connotación positiva que a todos nos gusta experimentar.

No estoy pensando en el sacrificio de muchas mujeres que salen a trabajar fuera de casa para “realizarse”, que según el diccionario significa: llegar a cumplir o desarrollar por completo nuestras aspiraciones, deseos o posibilidades y sentirnos satisfechas y orgullosas por ello; o en aquellas que salen a trabajar para tener un mayor nivel de vida, económicamente hablando. Por este motivo son muchas las mujeres que se sienten realizadas en su trabajo fuera de casa, porque encuentran en él, la forma de mostrar su valía personal. En este artículo no estoy hablando de aquellas mujeres, que salen de sus hogares para contribuir al sustento necesario para la subsistencia de su familia, para ayudar a pagar los recibos y llegar dignamente a final de mes.

Estas mujeres que salen a trabajar fuera de casa, dejan lo más valioso para obtener el aplauso de aquellos que en realidad no les importan. Dejan sus hogares durante ocho horas para regresar a ellos y seguir trabajando otras ocho horas, o quién sabe cuántas; dejan a sus esposos y cuando llegan a encontrarse con ellos no tienen energía para disfrutar de una relación satisfactoria porque están cansadas e irascibles; dejan a sus hijos en la guardería o en manos de otras personas perdiéndose los mejores momentos de sus vidas y seguramente la posibilidad de educarlos según sus propios valores; dejan a sus padres ancianos en una residencia o en manos de una cuidadora y se pierden una etapa de sus vidas, que aunque no es fácil, será recordada como una de las más entrañables de la vida.

Y nos preguntamos: ¿Por qué voy a renunciar a tener un puesto en la sociedad o alcanzar mis propias metas, por pensar en otros? Una pregunta con la que yo misma he luchado en el pasado. La verdad es que todas somos egoístas por naturaleza y la persona que más amamos en la vida somos nosotras mismas, por eso no queremos sacrificarnos por otros y hacemos lo que hacemos porque pensamos en nosotras mismas y en nuestros propios deseos.

Pero debemos entender que: lo que realmente trae satisfacción verdadera es dar la vida sacrificadamente por aquellos a quienes amamos.

El mejor ejemplo de esto es Jesucristo, como la Biblia enseña: “En esto hemos conocido el amor, en que Él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos”. 1ª Juan 3:16. Si, Cristo se sacrificó, y murió en una cruz, por nuestros pecados, por amor: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna” Juan 3:16.
Cristo murió por nuestro pecado, para quitar nuestro egoísmo, para que pudiéramos amar verdaderamente a otros; porque si no hemos recibido el amor de Dios difícilmente vamos a estar dispuestos a amar de forma sacrificada dando la vida.

Yo no he tenido el privilegio de tener hijos, pero si tengo esposo, y he tenido el privilegio de cuidar de mis padres, especialmente de mi madre en los dos últimos años de su vida. Y he experimentado que cuidar a los padres en la vejez, puede ser una de las tareas más difíciles, complejas y emocionales que vas a tener que emprender, ya sea en tu propio hogar o en un centro geriátrico, ya que no sólo estás tratando de equilibrar sus necesidades con las tuyas y las de tu propia familia, sino que también tendrás que aceptar una inversión de papeles de 180 grados.

Si es posible, no hay mejor lugar para el cuidado de tus padres que tu propia casa, donde tendrán la sensación de estar en la suya, ya que se sentirán cómodos, acompañados y queridos. Además, recibirán la mejor atención, porque se la está dando una persona que realmente los ama, y por ello no solo recibirán cuidado físico sino también cariño. Sentirse cuidados y acompañados, les ayuda a estar mucho mejor anímicamente y a sentirse más felices porque tienen el cariño y la confianza que nunca tendrían en un centro geriátrico. No hay nada mejor en el tiempo de la vejez y la enfermedad, que sentirse apoyado emocionalmente por tus hijos y tus nietos, por aquellos a los que quieres y a los que has dedicado toda tu vida.

Ahora eres tú quien acompañas a tu padre o madre al médico, quien le da las medicinas, quien le lleva de paseo al parque, quien cambia sus pañales, quien les ducha, quien sufre sus rabietas, incluso quien le da de comer. Sin lugar a dudas en un gran reto que puede resultar agotador, pero que produce gran satisfacción.

Es una experiencia que te permite conocer de nuevo a tus padres no solo porque han cambiado con los años; sino porque también hace muchos años que ya no vives con ellos el día a día, y te permite comprobar que al sentirse vulnerables, dependientes y necesitados de tus cuidados, están profundamente agradecidos y tratan de demostrártelo con su cariño; un cariño que compensa todos los esfuerzos y crea un poso de satisfacción que durará para siempre. Aunque a la vez y debido a esta relación afectiva, te resultará doloroso ver como su deterioro avanza poco a poco.

Doy gracias a mi marido, que me animó a traer a mi madre a vivir con nosotros y que fue un gran apoyo y ayuda durante todo el proceso para mí; es algo que no podría haber hecho sin él. También fue de mucho ánimo para ella que sus hijos y nietas, la llamaran diariamente y estuvieran dispuestos a cuidarla cuando yo necesitaba una semana de vacaciones.

Nuestros padres son personas muy importantes para nosotros. Hacer nuestro mejor esfuerzo por ellos, mientras todavía están a nuestro lado, es un gran privilegio del que nunca nos arrepentiremos y que traerá mucha satisfacción a nuestras vidas. Por ello debo decirte que dedicarte a las personas que realmente son importantes para ti va a darte una verdadera realización personal y va a ser una gran fuente de satisfacción, aunque sacrificarte por amor, no sea una tarea fácil.

 

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Cómo obtener lo máximo de la Palabra de Dios

Posted by Celia en 3 octubre, 2018

El pasado fin de semana tuvo lugar el primer retiro de “Mujeres de la Palabra” en Toral de los Guzmanes, un pequeño pueblo de León donde la Iglesia Evangélica de León tiene su Centro de Campamentos.
Allí nos reunimos alrededor de 70 mujeres, de diferentes partes de España que tuvimos la oportunidad de escuchar cinco conferencias que giraron en torno a la Palabra de Dios.

El título general era “Cómo obtener lo máximo de la Palabra de Dios”. Fue un tiempo de edificación, comunión y también de diversión.
La primera noche tuvimos una cena italiana, con todos los ingredientes, no solo en cuanto a comida, sino también en la ambientación de la sala, con una decoración exquisita, de tal forma que parecía que realmente estábamos en un restaurante italiano. Ya esta primera noche, después de la cena tuvo lugar la primera conferencia, cuyo enfoque fue acerca de la “Importancia y autoridad de la Biblia para nuestras vidas”. Loida Corral, nos habló de tres verdades fundamentales para tener un entendimiento adecuado de la Palabra de Dios basado en 2ª Timoteo 3:16-17. Los puntos principales, fueron: La Palabra tiene AUTORIDAD, porque Dios es su Autor; tiene UTILIDAD porque nos reprende, corrige e instruye y es SUFICIENTE para hacernos maduros, transformar nuestro carácter y conformarnos a la imagen de Cristo. Debido a estas verdades debemos obedecerla con gozo y enseñarla con precisión.

Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” 2ª Timoteo 2:15.

Por eso al día siguiente David Robles nos enseñó un poco de Hermenéutica, es decir cuáles son los principios y reglas fundamentales que rigen la interpretación y que nos ayudan a determinar el significado de lo que Dios ha dicho en su Palabra y nos ayudan a preservar la correcta interpretación bíblica, protegiéndonos del error.
En la siguiente sesión, Gustavo Pidal hizo un llamado a la diligencia para usar bien la Palabra de verdad. La idea es que debemos usar la Palabra con precisión y nos habló de errores interpretativos comunes, que muchas de nosotras hemos cometido cuando no se usa bien la Palabra de Dios. Algunos de estos errores son: usar versículos sueltos para apoyar nuestra teología; sacar versículos de su contexto despojándolos de su verdadero sentido; espiritualizar los textos bíblicos; y la castellanización, es decir hacer de diccionario de la RAE la máxima autoridad sin tener en cuenta que la Biblia no fue escrita en castellano. Nos ayudó a ser conscientes de errores sutiles e incluso bien intencionados para no volver a repetirlos.

Por la tarde tuvimos la oportunidad de tomar un café y algunos dulces en el patio del edificio de la calle Mayor, exquisitamente decorado para la ocasión y también un tiempo para aprender algunas manualidades.

La cena fue especial, ya que nos pusimos guapas para la ocasión, como para una cena de gala, y así fue ya que incluso mientras cenábamos tuvimos música en vivo, a cargo de José Luis, Pipe y Juancho, de la iglesia de León. Disfrutamos mucho de ese tiempo de comunión unas con otras y para cerrar el día tuvimos la oportunidad de comer unas palomitas y algunos “chuches” mientras veíamos “Sonrisas y lágrimas”

El domingo, último día de las conferencias, Melissa Pidal nos habló de los beneficios espirituales de la Palabra de Dios recogidos en el Salmo 19. Nos habló de la Biblia como un tesoro de valor incalculable y nos dio razones para atesorarla: Restaura el alma y transforma por completo a una persona; nos hace mujeres sabias y también nos muestra el camino correcto proveyendo dirección para nuestra vida. Es por ello que la verdadera alegría viene de conocer y obedecer la Palabra de Dios. Y nos retó a acudir a la Biblia cuando necesitamos consejo, porque sus instrucciones son claras y en ella encontramos el discernimiento que necesitamos para saber lo que Dios quiere para nuestras vidas. Y sobre todo porque la Biblia nos conduce a Jesucristo nuestro Salvador.
Y para finalizar Tan Molina expuso el Salmo 1 y nos retó a marcar la diferencia como mujeres, no como la sociedad que nos rodea nos dice, sino deleitándonos en la Palabra de Dios y dando el fruto en nuestra vida que el Espíritu produce en todas las que buscan como obtener el máximo de la Palabra de Dios.

Ahora el desafío para cada una de nosotras es poner en práctica todo lo que hemos escuchado y seguir profundizando y creciendo en esas verdades, para que el Espíritu Santo haga su obra en nuestras vidas, y podamos crecer en ser cada día más semejantes a Cristo.

“Para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, dando fruto en toda buena obra y creciendo en el conocimiento de Dios”
Colosenses 1:10 LBLA

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